martes, 2 de diciembre de 2014

LA PALABRA COMO DESAFÍO

En esta entrevista realizada a Daniel Cassany; uno de los puntos de interés e interrogantes está relacionado con la importancia y los límites de la lectura. Considerar que el acto de leer y la lectura no poseen un límite convierte a los lectores en analfabetos parciales. Esto porque no hay personas que puedan saber leerlo todo además, el dinamismo de la lectura en cuanto a extensión y tipos de lecturas se trata es inagotable con ello dificulta la posibilidad de conocerlo todo cuanto existe por leer.
Uno de los estigmas sobre la lectura es la satisfacción o el goce que la práctica de leer generan en los lectores; una satisfacción que se espera con expectativas antes durante y después de leer un texto. Esto suele ocurrir con los textos literarios y que debido a la generalización de esto; se cree y se espera que todas las lecturas debieran tener o estar escritas con la intencionalidad de generar satisfacción en quienes leen, decodifican e interiorizan las lecturas. Es por esto que el entrevistado señala que no todas las lecturas están obligadas a ser construidas con fines de satisfacción, que se emplee esto como un mecanismo de atracción a la lectura es bueno pero en muchas lecturas resulta inadecuado o impertinente el fin o contenido de goce ya que la lectura sirve además del goce, para otros fines, intenciones u objetivos.
Se podría considerar al goce como un factor envolvente y llamativo hacia la lectura, sí; pero es importante reconocer que no es lo único, importante o esencial en las lecturas del tipo que fuere. Dado que la sociedad es diversa, diversas también son las manifestaciones de sus necesidades al momento de generar textos.

Entonces se puede concluir que el acto de leer y la producción de las lecturas no poseen límites ni fronteras; igualmente no todas las lecturas se elaboran con la intención de transmitir y generar goce en los lectores.

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